Elena, la novia, quería un ramo silvestre. Nada de peonías ni de rosas… algo muy natural, “como cogido del campo” pero en forma de bouquet. Elegí la astrancia y la alchemilla precisamente para conseguir ese aire campestre y lo mezclé con el ornitogalum, una flor de apariencia un poco más delicada pero dentro del mismo tono silvestre.
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